jueves, 27 de febrero de 2014

Malaria


UNA PROTEÍNA ACTÚA COMO INTERRUPTOR PARA EL CONTAGIO DE LA MALARIA

Un estudio indica que la proteína AP2-G actúa como un interruptor del desarrollo del parásito de  la malaria, al activar la transcripción de los genes tempranos de gametocitos, formas sexuales del parásito, esenciales para la transmisión del humano al mosquito, que luego lo propaga a otros humanos.
La investigación ha puesto al descubierto nuevas vías para interrumpir la transmisión de la malaria, una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium, mediante la prevención de la formación y maduración de las etapas sexuales del parásito.
El parásito de la malaria se encuentra en la sangre predominantemente en el estadio asexual. La diferenciación sexual, que se activa en algunos de los parásitos, es básica para transmitir la enfermedad de un humano al mosquito e iniciar nuevas infecciones en otros humanos. Para la transmisión de parásitos de la malaria de las personas al mosquito vector es necesario que se produzca una diferenciación de las etapas asexuales de replicación en los glóbulos rojos a etapas sexuales (gametocitos masculinos y femeninos). La expresión de la proteína de unión al ADN está relacionada fuertemente con los niveles de formación de gametocitos.
La proteína es clave en la diferenciación sexual del parásito. En la fase asexual de los parásitos en sangre, el gen que codifica la proteína AP2-G se encuentra desactivado en la mayoría de los parásitos pero es propenso a la activación espontánea. Los parásitos en que se activa la expresión de este gen se desarrollarán como gametocitos sexuales, que son los únicos que pueden sobrevivir en el mosquito y transmitir la enfermedad a otra persona.
Por lo tanto, la proteína AP2-G actúa como interruptor molecular del desarrollo sexual, que es una etapa básica para la transmisión de la malaria. No solo es necesario y básico curar a los pacientes afectados por malaria, sino también impedir la transmisión.
Durante cada ciclo de 48 horas tras una nueva invasión de glóbulos rojos, cada parásito de malaria toma la decisión de seguir desarrollándose asexualmente y mantener la infección en la persona actual o activar la expresión AP2-G para diferenciarse sexualmente como gametocito masculino o femenino.
La proteína AP2-G es una nueva y potente herramienta para futuros estudios de desarrollo sexual en parásitos de la malaria y, además, su estudio es importante para entender mejor la regulación de la expresión génica en general en estos parásitos.
La expresión de AP2-G se regula a nivel epigenético. Los parásitos de la malaria empleaban mecanismos epigenéticos para evadir las respuestas inmunológicas en las personas. Pero recientemente se han hallado que los mecanismos epigenéticos también regulan muchos otros procesos de la biología del parásito de la malaria, incluyendo la diferenciación sexual.

Bibliografía:


By Mª Jesús Corrales Higuero

lunes, 24 de febrero de 2014

Genes e Inteligencia


¿Cómo influye el ADN en nuestra inteligencia? 
Científicos han identificado por primera vez un gen que relaciona el espesor de la materia gris del cerebro con la inteligencia. 
La sustancia gris corresponde a aquellas zonas del sistema nervioso central de color grisáceo integradas principalmente por somas neuronales, dendritas y células glíales. En la superficie de nuestro cerebro, esta materia se dispone formando la corteza cerebral, que es la organización más compleja de todo el sistema nervioso.
Analizaron muestras de ADN e imágenes del cerebro obtenidas por resonancia magnética de adolescentes sanos, de 14 años. Los jóvenes fueron sometidos a una serie de pruebas para determinar su inteligencia verbal y no verbal. En total, fueron analizadas más de 54.000 variantes genéticas posiblemente involucradas en el desarrollo del cerebro. Se descubrió que los adolescentes que llevaban una variante genética particular tenían una corteza más delgada en el hemisferio cerebral izquierdo, sobre todo en los lóbulos frontales y temporales; y peores resultados en las pruebas de capacidad intelectual. Dicha variación genética afecta a la expresión del gen NPTN‎, que codifica una proteína que actúa en las sinapsis neuronales, y que por tanto afecta a la comunicación interneuronal. 
El estudio sugiere que algunas diferencias en las capacidades intelectuales podrían ser el resultado de una función disminuida de la NPTN génica, en concreto, en determinadas regiones del hemisferio izquierdo del cerebro. Pero sólo representaría, según estimaciones, un 0,5% de la variación total de la inteligencia. Por eso es importante señalar que la inteligencia se ve influida por muchos factores, genéticos y ambientales. El gen identificado sólo explicaría una pequeña proporción de las diferencias en la capacidad intelectual.

El hallazgo resulta importante porque podría tener implicaciones para la comprensión de los mecanismos biológicos que subyacen a varios trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia o el autismo, que afectan a la capacidad cognitiva.
Genes, encéfalo e inteligencia
En 2012, científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) encontraron genes a los que también podían atribuirse diferencias individuales en la inteligencia.
Una variante de un gen denominado HMGA2 influye en el tamaño del encéfalo y en la inteligencia. Nuestro ADN cuenta con cuatro bases nitrogenadas: A, C, T y G. Aquellas personas en las que el gen HMGA2 presenta C en lugar de T, presentan encéfalos mayores y obtienen mejores resultados en pruebas de cociente intelectual estandarizadas.
Los resultados sugieren que los genes podrían explicar en parte por qué el envejecimiento del cerebro afecta más a la inteligencia de unas personas que a la de otras, independientemente de los factores ambientales.
by Beatriz Cerro Sánchez